Rendirse evoca las imágenes desagradables de admitir la derrota en la batalla, perder un juego, o ceder a un adversario más fuerte. La palabra se utiliza casi siempre en un contexto negativo. Delincuentes capturados, rendirse a las autoridades, etc.
En nuestro mundo competitivo que nos han enseñado a nunca dejar de intentarlo, nunca te rindas, y nunca ceder - por lo que no se oye hablar mucho acerca de rendirse. Si ganar lo es todo, el rendirse es impensable.

Y por rendirnos a Dios, entramos en el corazón de la adoración. Esta es la verdadera adoración: llevar el placer a Dios, cuando nos entregamos por completo a él.
El rendirse se demuestra mejor en la obediencia, la cooperación con tu Creador. Cuando dices: "Sí, Señor" para todo lo que El te pide.
De hecho, "No, Señor" es una contradicción. No puedes reclamar a Jesús como tu Señor, cuando te niegas a obedecer. Pedro modeló rendición, cuando después de una noche de pesca fallida, Jesús le dijo que volviera a intentarlo: "Maestro, hemos trabajado duro toda la noche y no hemos pescado nada. Pero como tú lo dices, echaré las redes". Personas rendidas obedecen la palabra de Dios, incluso cuando no tiene sentido.
Dios no es un amo de esclavos, o un bravucón que utiliza la fuerza bruta para obligarnos a la sumisión. El no trata de doblegar tu voluntad, pero nos corteja hacia sí mismo, de modo que podamos ofrecerle Adoración libremente. Dios es un amante y un libertador, y el rendirse trae libertad y no esclavitud.
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