"Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho".
San Juan 15:7
Una vez escuché la historia de un niño de seis años que vivía en una pequeña ciudad donde el único almacén del pueblo estaba regalando globos para una fiesta hecha para los niños. El niño miraba cómo los otros chicos iban a pedir el globo, que se les daba gratuitamente, con cierto orgullo. Al final, el pequeño juntó las fuerzas que tenía y se armó de coraje para ir a pedir el globo que quedaba. Pero cuando llegó al lugar, miró al que los repartía y, dando media vuelta, se fue.
Uno de sus amigos le preguntó por qué no tenía el globo, a lo que respondió: "No lo tengo porque no lo quería". Este niño creció y llegó a ser un gran escritor. Cuando fue grande dijo que al recordar este acontecimiento le daban ganas de llorar porque, a través del tiempo, comprobó que la gente gana o pierde simplemente por pedir algo o por no animarse a pedirlo. Esto tiene una base muy grande en las enseñanzas de Jesús.

Cuántas cosas no tenemos porque no sabemos pedir. Pedir es ser humilde, es tocar el corazón de Cristo con nuestra necesidad. Y sabemos que Él tiene cuidado de nosotros. Dios está en todo lugar, pídale con fe porque Jesús dijo: Pedid y recibiréis.
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