viernes, 18 de febrero de 2011

¿Cómo lidio con el estrés? by Rick Warren 2 de 3

Dedícate: conoce a quién tratas de agradar


El segundo principio del manejo del estrés en la vida de Cristo se halla en Juan 5:30: «Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo sólo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad sino cumplir la voluntad del que me envió».

Este es el principio: Conoce a quién tratas de agradar. Entiende que no puedes agradar a todo el mundo, porque en tanto lo logres con un grupo, otro se disgustará contigo. ¡Ni aun Dios se dedica a agradar a todo el mundo, de modo que es vano procurar hacer algo que ni siquiera él hace!

Jesús sabía a quién intentaba agradar; para él eso era un asunto contundente: «Yo voy a agradar a Dios Padre». Y el Padre respondió: «Éste es mi hijo amado; estoy muy complacido con él» (Mateo 3:17).

Cuando uno no conoce a quién está tratando de agradar, se rinde ante tres cosas: la crítica (porque le afecta lo que otros piensen de su persona), la rivalidad (porque le preocupa que otro le lleve la delantera), y el conflicto (porque se siente amenazado cuando alguien discrepa de uno).

Si busco primeramente el reino de Dios y su justicia, entonces todas las demás cosas necesarias de la vida me serán añadidas (Mateo 6:33). Esto significa que si me dedico a agradar a Dios, eso simplificará mi vida. Siempre haré lo correcto, aquello que agrade a Dios, a pesar de lo que piensen los demás.

Nos encanta atribuirles a otros, la causa de nuestro estrés: «Tú me obligaste...», «Debo…» «Tengo que...» En realidad, hay pocas cosas en la vida (sin mencionar el empleo) que tenemos que hacer. Cuando decimos: «Tengo que hacerlo», «Debo hacerlo», «Necesito hacerlo», realmente estamos diciendo «Escojo hacerlo, porque no deseo pagar las consecuencias», difícilmente podrá alguien obligarnos a hacer algo, de manera que no podemos culpar a otro de nuestro estrés. Cuando nos encontramos bajo presión, decidimos permitir que otros nos presionen. No somos víctimas a menos que permitamos que las exigencias de los demás nos presionen.

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