lunes, 21 de febrero de 2011

Escuchar la voz de Dios


(Jesús dijo): Aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató,¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. Lucas 13:4-5.

11 de septiembre de 2001: terror en Nueva York. Dos aviones secuestrados por terroristas fueron lanzados contra las dos torres de 400 metros de altura del World Trade Center, las cuales se desplomaron poco después y provocaron unos 3.000 muertos

Millones de personas vieron prácticamente en directo por televisión estas terribles imágenes que parecían irreales. El horror de esa tragedia creó un verdadero shock en todo el mundo. El adjetivo apocalíptico fue empleado por los medios de comunicación.

Pero después de la condena casi unánime de esa manifestación de odio, ¿seguimos como muchos, viviendo con la angustia de lo que pueda ocurrir mañana, pero sin preocuparnos por Dios? ¿Acusamos a Dios o comprendemos que mediante esta tragedia “en una o en dos maneras habla Dios; pero el hombre no entiende” (Job 33:14), y que hoy nosotros también podríamos pasar a la eternidad?

Es urgente escuchar lo que Dios quiere decirnos. La Biblia, su Palabra, nos dice cuál es la causa de todas las desdichas que alcanzan a la humanidad: la existencia del pecado en el corazón del ser humano. Pero también muestra que Dios trajo un remedio a esa terrible enfermedad del pecado por medio del sacrificio de su Hijo Jesucristo. Aprópiese de ese magnífico don y tendrá la conciencia y el corazón en paz.

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