Lectura: Filipenses 3:1-14
“Solamente esfuérzate y sé muy valiente” Josué 1:7
Cuando tenía 16 años crucé nadando el río Caroní, ubicado en Venezuela. Nunca olvidaré lo que sentí cuando estaba en medio del río, las fuertes corrientes de las aguas me arrastraban hacia una especie de cataratas con muchas rocas, en cuestión de segundos estaría en graves aprietos, la única solución era nadar hacia la orilla más cercana.
Pero estaba justo en el medio, miré hacia atrás con ganas de regresar, sería difícil pasar la noche solo y el río creciendo con rapidez. Mi tío nadaba como cinco metros adelante, cuando me gritó: “¡Nada más rápido que el río nos lleva!”, me di cuenta que él no se detendría, entonces comencé a bracear con fuerza; impulsados por la corriente fuimos ganando distancia hasta que llegamos a la orilla exhaustos, para mí fue una hazaña, una prueba de valor y de resistencia.
Con el pasar del tiempo me he dado cuenta que esa y otras aventuras fueron locuras de muchacho, cuando veo a los jovencitos en la Iglesia con las inquietudes propias de su edad, entiendo que en el fondo de sus corazones hay anhelos de aventuras, tienen energías y valor suficiente para realizar cosas que los adultos no harían. Ellos necesitan desafíos en la vida donde puedan demostrar lo que son y lo que tienen.
La Iglesia debe proporcionar los modelos a seguir, los líderes de la Iglesia deben ser capaces de enseñarlos, que inspiren confianza, que los muchachos los vean haciendo, generando recursos, proveyendo, evangelizando, orando, adorando; como dice la canción: “Hombres de valor, necesita Dios”. Ya estás en el agua no hay vuelta atrás, si no te esfuerzas te arrastrará la corriente.
“¡Esfuérzate por alcanzar la otra orilla!”
viernes, 30 de julio de 2010
jueves, 29 de julio de 2010
El regalo que decido no recibir
Era un profesor comprometido y estricto, conocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo.
Al terminar la clase, ese día de verano, mientras el maestro organizaba unos documentos encima de su escritorio, se le acercó uno de sus alumnos y en forma desafiante le dijo:
“Profesor, lo que me alegra de haber terminado la clase es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré descansar de verle esa cara aburridora”.
El alumno estaba erguido, con semblante arrogante, en espera de que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado. El profesor miró al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:
¿Cuándo alguien te ofrece algo que no quieres, lo recibes?
El alumno quedó desconcertado por la calidez de la sorpresiva pregunta.
-Por supuesto que no. Contestó de nuevo en tono despectivo el muchacho.
-Bueno, prosiguió el profesor, cuando alguien intenta ofenderme o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo, en este caso una emoción de rabia y rencor, que puedo decidir no aceptar.
-No entiendo a qué se refiere. Dijo el alumno confundido.
-Muy sencillo -replicó el profesor – tú me estás ofreciendo rabia y desprecio y si yo me siento ofendido o me pongo furioso, estaré aceptando tu regalo, y yo, en verdad, prefiero obsequiarme mi propia serenidad. Muchacho -concluyó el profesor en tono gentil- “tu rabia pasará, pero no trates de dejarla conmigo, porque no me interesa, yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón pero de mí depende lo que yo cargo en el mío.”
Cada día en todo momento, tú puedes escoger qué emociones o sentimientos quieres poner en tu corazón y lo que elijas lo tendrás hasta que tú decidas cambiarlo.
Es tan grande la libertad que nos da la vida que hasta tenemos la opción de amargarnos o ser felices.
¿Por qué escribes contra mí amarguras, Y me haces cargo de los pecados de mi juventud? Job 13:26
Y este otro morirá en amargura de ánimo, Y sin haber comido jamás con gusto. Job 21:25
He aquí, amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados. Isaías 38:17.
miércoles, 28 de julio de 2010
Parto en el tren
Ana Giczey, originaria del Barrio San Miguelito, en San Salvador, El Salvador, ayudó a dar a luz a una mujer en la plataforma del tren subterráneo de la ciudad de Toronto, Canadá.
El acto de solidaridad de Ana, quién emigró a Canadà en 1984 y está casada con un canadiense, se dio ante la mirada indiferente de cientos de pasajeros que la mañana de un lunes viajaban en la hora pico hacia sus lugares de trabajo.
“El tren iba llenísimo y de repente escuché a una persona gritando al fondo del vagón y me di cuenta de que gritaba de dolor. Me bajé del tren, porque habíamos llegando a la estación de Wellesley. Cuando bajé, noté que la pareja y tres niños bajaron también y era la dama que estaba gritando y al bajar cayó en la plataforma” recordó Ana.
El tren se retiró y todas las personas que se bajaron en ese mismo momento desparecieron sin prestar atención a la mujer.
Ana sigue narrando lo sucedido: ” Yo nunca me había enfrentado a una situación así, pero al ver lo que pasaba, ayudé a la señora a quitarse el pantalón. Allí la bebé, terminó de salir porque, en verdad, la niña nació en el momento en que ella se bajó del tren y la cabeza y parte de la pierna habían quedado dentro de su pantalón”.
Una vez la niña estuvo en los brazos de su madre, la salvadoreña corrió a un teléfono público y llamó a emergencias 911. Los del 911 le dijeron que debía buscar una cinta de zapatos para amarrar el cordón umbilical de la bebé, de no hacerlo esta podía morir. Cuando el próximo tren llegó, Ana gritó a los pasajeros pidiendo le regalaran un cordón de zapatos, pero muchos indiferentes ni la miraron, hasta que al fin un caballero se quitó su cordón y la bebé se salvó, en unos minutos llegaron los paramédicos.
La acción de esta salvadoreña de 41 años no pasó inadvertida, ya que los medios de comunicación canadiense destacaron su humildad y heroísmo, al tiempo que enfatizaron la falta de sensibilidad y colaboración del resto de pasajeros del tren.
No perdamos nunca la sensibilidad. Rescatemos el volver a ser humano. No le demos la espalda al necesitado. Jesús nos dio ejemplo de ello.
Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó a donde él estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión y acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó.
Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo: “Cuídalo, y todo lo demás que gastes, cuando yo regrese te lo pagaré” .
¿Cuál de estos tres piensas tú que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores? Y él dijo: El que tuvo misericordia de él. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo. Lucas 10:33-37
El acto de solidaridad de Ana, quién emigró a Canadà en 1984 y está casada con un canadiense, se dio ante la mirada indiferente de cientos de pasajeros que la mañana de un lunes viajaban en la hora pico hacia sus lugares de trabajo.
“El tren iba llenísimo y de repente escuché a una persona gritando al fondo del vagón y me di cuenta de que gritaba de dolor. Me bajé del tren, porque habíamos llegando a la estación de Wellesley. Cuando bajé, noté que la pareja y tres niños bajaron también y era la dama que estaba gritando y al bajar cayó en la plataforma” recordó Ana.
El tren se retiró y todas las personas que se bajaron en ese mismo momento desparecieron sin prestar atención a la mujer.
Ana sigue narrando lo sucedido: ” Yo nunca me había enfrentado a una situación así, pero al ver lo que pasaba, ayudé a la señora a quitarse el pantalón. Allí la bebé, terminó de salir porque, en verdad, la niña nació en el momento en que ella se bajó del tren y la cabeza y parte de la pierna habían quedado dentro de su pantalón”.
Una vez la niña estuvo en los brazos de su madre, la salvadoreña corrió a un teléfono público y llamó a emergencias 911. Los del 911 le dijeron que debía buscar una cinta de zapatos para amarrar el cordón umbilical de la bebé, de no hacerlo esta podía morir. Cuando el próximo tren llegó, Ana gritó a los pasajeros pidiendo le regalaran un cordón de zapatos, pero muchos indiferentes ni la miraron, hasta que al fin un caballero se quitó su cordón y la bebé se salvó, en unos minutos llegaron los paramédicos.
La acción de esta salvadoreña de 41 años no pasó inadvertida, ya que los medios de comunicación canadiense destacaron su humildad y heroísmo, al tiempo que enfatizaron la falta de sensibilidad y colaboración del resto de pasajeros del tren.
No perdamos nunca la sensibilidad. Rescatemos el volver a ser humano. No le demos la espalda al necesitado. Jesús nos dio ejemplo de ello.
Pero cierto samaritano, que iba de viaje, llegó a donde él estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión y acercándose, le vendó sus heridas, derramando aceite y vino sobre ellas; y poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un mesón y lo cuidó.
Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al mesonero, y dijo: “Cuídalo, y todo lo demás que gastes, cuando yo regrese te lo pagaré” .
¿Cuál de estos tres piensas tú que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores? Y él dijo: El que tuvo misericordia de él. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo. Lucas 10:33-37
lunes, 26 de julio de 2010
Confianza total por Elfriede de Jiménez
Lectura: Salmo 23
Salmo 23:6ª “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”.
Es una mañana preciosa, un radiante sol nos brinda su luz y calor, una extensa pradera muestra su verdor salpicado de esplendidos colores de una gran variedad de flores, las cuales se mecen por la suave brisa, junto al río cuyas aguas fluyen en un suave susurro, aunado al canto de las aves de maravillosos plumajes, y todo este conjunto de elementos crea un maravilloso ambiente; la paz inunda todo nuestro ser y nos sentimos llenos de alabanzas hacia nuestro Dios, por el deleite que sienten nuestras almas al contemplar la grandeza de la creación de nuestro Padre celestial; y somos felices.
Aprendamos a vivir cada día, de ahora en adelante, confiando en que Dios tiene el control de todas las cosas, por muy pequeñas o grandes que pudieran ser; digamos como el salmista, el rey David: «Aunque ande en valles de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento» (vv.4).
Salmo 23:6ª “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida”.
Es una mañana preciosa, un radiante sol nos brinda su luz y calor, una extensa pradera muestra su verdor salpicado de esplendidos colores de una gran variedad de flores, las cuales se mecen por la suave brisa, junto al río cuyas aguas fluyen en un suave susurro, aunado al canto de las aves de maravillosos plumajes, y todo este conjunto de elementos crea un maravilloso ambiente; la paz inunda todo nuestro ser y nos sentimos llenos de alabanzas hacia nuestro Dios, por el deleite que sienten nuestras almas al contemplar la grandeza de la creación de nuestro Padre celestial; y somos felices.
Pero, cuando la tarde se presenta sombría, llena de nubes negras, de temores y dolor, y la oscuridad inunda el ambiente y nos sobrecoge la soledad, cuando los problemas de todo índole nos amenazan por doquier, y el peso de su carga se nos hace por momentos insoportable; con qué facilidad nos olvidamos de que Dios está a nuestro lado, y que nos anima con su voz amorosa a que entreguemos en sus manos todas nuestras cargas y conflictos, y confiemos en que Él es nuestra fortaleza y nuestro pronto auxilio en medio de la tribulación.
Aprendamos a vivir cada día, de ahora en adelante, confiando en que Dios tiene el control de todas las cosas, por muy pequeñas o grandes que pudieran ser; digamos como el salmista, el rey David: «Aunque ande en valles de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento» (vv.4).
sábado, 24 de julio de 2010
Este Sabado...
Este sábado continuaremos con la segunda semana de nuestra serie MADE, quieres saber de qué se trata!?!?
Este Sábado 24 de Julio a las 7:00pm No faltes!!
Recuerda venir vestido con una prenda blanca...
Recuerda venir vestido con una prenda blanca...
miércoles, 21 de julio de 2010
Este Sabado......
Este sábado continuaremos con la segunda semana de nuestra serie MADE, quieres saber de qué se trata!?!?
Este Sábado 24 de Julio a las 7:00pm No faltes!!
Recuerda venir vestido con una prenda blanca...
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La Indecisión
Cuentan que aquella noche era especialmente fría en el desierto. Abdalá montó su pequeña tienda de campaña, tan pequeña que apenas cabía él acostado. Se despidió de su camello, llamado “Indecisión”, acariciándole la cabeza, pero dejándolo fuera, y se dispuso a pasar una noche tranquila y reparadora.
Apenas había conciliado el sueño cuando el camello lo llamó con voz suave, pero insistente. “Déjame meter la nariz en tu tienda, hace mucho frío y la tengo completamente helada…” Abdalá, que era un hombre bueno, accedió a la petición.
Pero ocurrió que en cuanto se durmió profundamente, el camello empujó un poco y metió la cabeza completa. Como la tienda era tan pequeña, al hacer esto topó con la cabeza del hombre y lo corrió hasta que éste sacó los pies por el otro extremo. Abdalá protestó, pero “Indecisión” le hizo ver que eso no era en realidad gran cosa. Pasó poco tiempo para el camello metiera los hombros y empujara a su patrón afuera, hasta las rodillas. Para hacer el cuento corto, “Indecisión” siguió introduciéndose en la tienda, llenándola por completo y sacando a Abdalá por el otro extremo, hasta que finalmente quedó completamente fuera.
¿Le suena esto conocido? ¿No le ha ocurrido alguna vez que al dejar entrar un poco de indecisión ésta lo llenó todo, sacándolo de las cosas buenas de la vida? Por ejemplo, le ocurre a los estudiantes cuando se están preparando para un examen, pero frente al televisor dejan que indecisión les pida ver “un poquito más”. Y le ocurre también a los vendedores, cuando les pide “posponer para la semana que entra” la visita a ese cliente importante. Y por supuesto le sucede a aquel que quiere bajar de peso, pero deja que el perverso camello le solicite “empezar después de…”. Sí, cuando dejamos a la indecisión meter la nariz en nuestra vida, no importa si somos amas de casa o ejecutivos de empresa, acabará por llenarla toda, y prácticamente sacarnos de ella.
El que recoge en el verano es hombre entendido, el que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza. Proverbios 10:5
Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Marcos 13:35,36
lunes, 19 de julio de 2010
Luz en mi Jardín
Marta le había pedido a Juan durante un año que le preparara la tierra para un jardín. Finalmente, él accedió. Prepararon juntos la tierra, mezclándola con los mejores fertilizantes y aditivos para su terreno.
A Marta no le gustaban las flores que habían en el vivero de la zona por lo que le pidió a su esposo que la dejase encargar por catálogo algunas variedades únicas. Eligió entusiasmada cada una, casi todas las plantas muy caras. Va a ser el jardín más lindo de todo el barrio, pensó. Nadie podrá igualar estas bellezas.
Las delicadas plantas llegaron por correo y Marta empezó a trabajar inmediatamente. Plantó y regó, puso fertilizante, observó y esperó. Pero no pasaba nada. Una por una, las hojas se fueron poniendo amarillas y se caían.
Al terminar la primavera, no le quedaba ni una sola planta. Todas se habían marchitado y muerto.
Marta le escribió una carta al vivero que le había enviado las plantas por correo exigiendo que le devolvieran el dinero.
Dos semanas después, recibió la respuesta.
“Señora, su carta indica que usted plantó las flores en una zona de sombra y les dio los mejores nutrientes disponibles. Sus plantas no crecieron por las siguientes razones: Las plantó en un lugar equivocado. Usted mandó pedir plantas que necesitan recibir sol directamente. Aunque se esmeró en preparar el terreno,
estas plantas, sin excepción mueren si no les da el sol. La próxima vez, por favor, lea las instrucciones antes de encargar las flores para plantar en su jardín.”
Así es nuestra vida. Podemos invertir muchas horas y dinero en embellecernos. Pero si no recibimos al Hijo, nos vamos a marchitar y, finalmente, moriremos. Ningún “aditivo”, por caro que sea, podrá ocupar el lugar de la luz de Jesús en nuestras vidas.
Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 2 Pedro 3:18
sábado, 17 de julio de 2010
Hoy en el Culto...
Hola chicos!
Dios les bendiga! Recuerden que hoy comenzamos nuestra serie MADE
Dios les bendiga! Recuerden que hoy comenzamos nuestra serie MADE
Vamos a ir con alguna prenda de color marron!!!
viernes, 16 de julio de 2010
Un Dólar
Un joven predicador fue invitado a último momento para que predicase un sermón en la iglesia de su ciudad. Siguiendo un impulso, usó como tema uno de los Diez Mandamientos: “No hurtarás”. A la mañana siguiente, subió a un autobús y le dio al conductor un billete de un dólar.
El conductor le dio el cambio y él se dirigió a la parte trasera del vehículo. Echando un vistazo al cambio antes de guardarlo en su bolsillo, el hombre observó que el conductor le había dado diez centavos de más. Su primer pensamiento fue: La compañía de autobuses no se dará cuenta jamás de la pérdida de diez centavos.
Sin embargo, cambió de opinión rápidamente, sintiendo en su conciencia que los diez centavos no le pertenecían y que los debía devolver al conductor. Regresó al frente y le dijo al conductor: ” Usted me dio cambio de más”, y le devolvió los diez centavos.
Para su sorpresa, el conductor le contestó: “Sí, lo sé. Lo hice a propósito. Escuché su sermón ayer y lo estaba observando por el espejo mientras contaba su vuelto”.
El joven predicador había pasado la prueba a la cual fue sometido por el conductor… y dio un firme testimonio de su fe.
¡Que todos nuestros actos concuerden así con nuestras palabras!
Mas vale el buen nombre que las muchas riquezas.
Proverbios 22:1
El conductor le dio el cambio y él se dirigió a la parte trasera del vehículo. Echando un vistazo al cambio antes de guardarlo en su bolsillo, el hombre observó que el conductor le había dado diez centavos de más. Su primer pensamiento fue: La compañía de autobuses no se dará cuenta jamás de la pérdida de diez centavos.
Sin embargo, cambió de opinión rápidamente, sintiendo en su conciencia que los diez centavos no le pertenecían y que los debía devolver al conductor. Regresó al frente y le dijo al conductor: ” Usted me dio cambio de más”, y le devolvió los diez centavos.
Para su sorpresa, el conductor le contestó: “Sí, lo sé. Lo hice a propósito. Escuché su sermón ayer y lo estaba observando por el espejo mientras contaba su vuelto”.
El joven predicador había pasado la prueba a la cual fue sometido por el conductor… y dio un firme testimonio de su fe.
¡Que todos nuestros actos concuerden así con nuestras palabras!
Mas vale el buen nombre que las muchas riquezas.
Proverbios 22:1
jueves, 8 de julio de 2010
Obediencia y Reposo
En una expedición de caza, una familia se detuvo para almorzar. Los niños jugaban a la sombra de un árbol, distantes de sus padres y del resto de los adultos del grupo.
De repente, el padre de uno de ellos, pegó un salto y gritó a su hijo: “Échate al piso” y éste lo hizo inmediatamente. Los otros en el grupo se impactaron al saber que una serpiente venenosa se arrastraba por el árbol lista para atacar al niño. Si lo hubiese mordido, habría muerto. Sólo el padre del infante vio la serpiente.
Causó asombro la respuesta instantánea del chico ante la orden del padre. Este último explicó el amor permanente que disfrutaban y que cada vez era mayor, tomando como punto de partida la verdad que había en cada uno. El muchacho no vaciló ante la orden de su padre confió en él y respondió en consecuencia a ello. El padre también esperaba que ese fuera el proceder de su hijo.
El reposo que ambos disfrutaron más tarde ese mismo día, fue evidencia del descanso perdurable que Dios tiene para cada uno de sus hijos a medida que aprendemos a confiar en Él.
Dios quiere permanecer en nosotros, y anhela que permanezcamos en Él. Esta permanencia se hace más fácil para unos que para otros. No siempre es posible saber lo qué Dios ha planeado para nuestras vidas, pero podemos asegurar que cualquier cosa que sea, Él está listo para sostenernos en esa situación y capacitarnos con lo necesario para soportar, mientras ahí Él nos quiera. La permanencia comienza con la confianza y concluye con absoluto descanso.
Juan 15:4 “Permaneced en mí, y yo en vosotros”.
De repente, el padre de uno de ellos, pegó un salto y gritó a su hijo: “Échate al piso” y éste lo hizo inmediatamente. Los otros en el grupo se impactaron al saber que una serpiente venenosa se arrastraba por el árbol lista para atacar al niño. Si lo hubiese mordido, habría muerto. Sólo el padre del infante vio la serpiente.
Causó asombro la respuesta instantánea del chico ante la orden del padre. Este último explicó el amor permanente que disfrutaban y que cada vez era mayor, tomando como punto de partida la verdad que había en cada uno. El muchacho no vaciló ante la orden de su padre confió en él y respondió en consecuencia a ello. El padre también esperaba que ese fuera el proceder de su hijo.
El reposo que ambos disfrutaron más tarde ese mismo día, fue evidencia del descanso perdurable que Dios tiene para cada uno de sus hijos a medida que aprendemos a confiar en Él.
Dios quiere permanecer en nosotros, y anhela que permanezcamos en Él. Esta permanencia se hace más fácil para unos que para otros. No siempre es posible saber lo qué Dios ha planeado para nuestras vidas, pero podemos asegurar que cualquier cosa que sea, Él está listo para sostenernos en esa situación y capacitarnos con lo necesario para soportar, mientras ahí Él nos quiera. La permanencia comienza con la confianza y concluye con absoluto descanso.
Juan 15:4 “Permaneced en mí, y yo en vosotros”.
miércoles, 7 de julio de 2010
Napoleón y El Soldado
Se dice que en cierta ocasión el Emperador Napoleón I se encontraba delante de un grupo de soldados, cuando de repente su caballo se desbocó; entonces un soldado raso se lanzó hacia el caballo, y, cogiendo el freno del caballo, pudo pronto detenerlo.
Se dice que Napoleón saludó al soldado raso y le dijo: “Gracias, mi capitán”. El soldado se sorprendió al oír a Napoleón decirle “capitán”, pues él era un simple soldado raso, pero inmediatamente pensó que se encontraba delante de Napoleón, y que si él quería, podía hacerlo capitán.
Así que, saludó a su Emperador y le preguntó: “¿De qué regimiento, mi Emperador?” El emperador le contestó: “De mi guardia personal.” Aquel soldado raso se presentó como capitán ante el jefe de la guardia personal de Napoleón; el oficial, viéndolo con uniforme de soldado raso, le preguntó: “¿Capitán, por órdenes de quién” — “Por órdenes de mi Emperador, Napoleón I.”
En ese momento dejó de ser soldado raso y llegó a ser capitán. Si este soldado raso no hubiese tenido fe, hubiera dicho: “Mi Emperador me dice capitán, pero yo no soy más que un soldado raso. Por el susto que le dio el caballo, se equivocó y me dijo capitán”, y se hubiera ido a tomar su lugar y habría permanecido soldado raso toda su vida.
En el evangelio de nuestro Señor Jesucristo según Juan 1:12, encontramos estas preciosas palabras: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”
Además de ser hijos de Dios hay momentos en la vida en que necesitamos mirar más allá de la condición en que estamos y estar listo a ocupar la posición que Dios quiere que tengamos. Son muchos los que se conforman con ser simplemente soldados rasos, cuando Dios incluso les está abriendo puertas para ser capitanes. Si creemos…al que cree todo le es posible. Dios jamás le abre puertas a nadie sin antes prepararlo para que entre por ellas.
Con quienes lo honran, Dios es tan tierno como un padre con sus hijos. Salmo 103:13
Si ellos cumplen con mi pacto y con mis leyes también serán reyes sus hijos y reinarán en tu lugar para siempre”. Salmo 132:12
Dios bendice a los que trabajan para que haya paz en el mundo, pues ellos serán llamados hijos de Dios. Mateo 5:9
martes, 6 de julio de 2010
No Puedo
“No puedo” es la peor frase que se ha escrito o hablado, haciendo más daño que la calumnia o las mentiras. Sobre ella muchos espíritus fuertes se han quebrantado y con ella muchos buenos propósitos mueren.
Brota, cada mañana, de los labios de quienes no piensan y nos roban del valor que necesitamos durante el día.Suena en nuestros oídos como una advertencia enviada a tiempo y se ríe cuando tropezamos y caemos por el camino.
“No puedo” es la madre de la iniciativa débil; es quien prohija al terror y al trabajo a medio hacer.
Debilita los esfuerzos de inteligentes artesanos y hace del que labora un indolente conformista.
Envenena el alma del hombre con visión, aplasta en su infancia muchos planes.
Saluda al trabajo honesto con abierto desprecio y se burla de las esperanzas y lo sueños del hombre.
“No puedo” es una frase que nadie debiera pronunciar sin ruborizarse; el pronunciarla debiera ser motivo de vergüenza.
Diariamente aplasta la ambición y el valor; devasta el propósito del hombre y acorta sus metas. Despréciala con todo tu odio por el error que inculca; rehúsale el alojamiento que busca en tu mente.
Ármate contra ella como contra una criatura de terror y todo lo que soñamos algún día lo obtendremos.
“No puedo” es la frase que, para la ambición, es un enemigo emboscado que busca destruir nuestra voluntad. Su presa es, para siempre, el hombre con una misión y se inclina tan solo ante el valor, la paciencia y la habilidad.
Los que amamos a Dios, sabemos que Él todo lo puede y en Él nosotros lo podremos y si acaso no podemos, Él nos dirá, tú no puedes, pero déjame a mí, que yo sí puedo.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13.
Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Mateo 9:28.
Brota, cada mañana, de los labios de quienes no piensan y nos roban del valor que necesitamos durante el día.Suena en nuestros oídos como una advertencia enviada a tiempo y se ríe cuando tropezamos y caemos por el camino.
“No puedo” es la madre de la iniciativa débil; es quien prohija al terror y al trabajo a medio hacer.
Debilita los esfuerzos de inteligentes artesanos y hace del que labora un indolente conformista.
Envenena el alma del hombre con visión, aplasta en su infancia muchos planes.
Saluda al trabajo honesto con abierto desprecio y se burla de las esperanzas y lo sueños del hombre.
“No puedo” es una frase que nadie debiera pronunciar sin ruborizarse; el pronunciarla debiera ser motivo de vergüenza.
Diariamente aplasta la ambición y el valor; devasta el propósito del hombre y acorta sus metas. Despréciala con todo tu odio por el error que inculca; rehúsale el alojamiento que busca en tu mente.
Ármate contra ella como contra una criatura de terror y todo lo que soñamos algún día lo obtendremos.
“No puedo” es la frase que, para la ambición, es un enemigo emboscado que busca destruir nuestra voluntad. Su presa es, para siempre, el hombre con una misión y se inclina tan solo ante el valor, la paciencia y la habilidad.
Los que amamos a Dios, sabemos que Él todo lo puede y en Él nosotros lo podremos y si acaso no podemos, Él nos dirá, tú no puedes, pero déjame a mí, que yo sí puedo.
Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13.
Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Mateo 9:28.
lunes, 5 de julio de 2010
Las 7 Maravillas
Un grupo de estudiantes de Geografía, estudiaban las siete maravillas del mundo. Al terminó de la clase, se le pidió hacer una lista de la que ellos consideraban deberían ser actualmente la 7 maravillas del Mundo.
A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente: Las pirámides de Egipto, El Taj Mahal, El gran cañón, El canal de Panamá, El Empire State, La Basílica de San Pedro y La Muralla China.
Mientras se hacía la votación el maestro notó que una estudiante permanecía callada y no había entregado aun su lista. Así que le preguntó si tenía problema para terminar de hacer su elección. La muchacha tímidamente respondió: Si, un poco.
“No podía decidirme pues son tantas las maravillas”. “Bueno, dinos lo que has escrito y tal vez podamos discutirlo.
La muchacha titubeò y después leyó: Creo que la sietes maravillas de mundo son: Poder tocar, Poder saborear, Poder ver, Poder escuchar. Titubeando un poco continuó: Poder sentir, Poder reír, y…Poder amar.
Al terminar de leerlas el salón de clase quedó en un silencio absoluto. Son tantas las maravillosas que tenemos y no las valoramos.
Cuantas veces en la vida ignoramos las grandezas y maravillas de Dios demostradas en las cosas pequeñas de la Vida pero que son impactantes.
No busques tantas maravillas afuera, cuando dentro de ti están las mejores maravillas de Dios.
¿Quién, Señor, se te compara entre los dioses? ¿Quién se te compara en grandeza y santidad? Tú, hacedor de maravillas,nos impresionas con tus portentos. Exodo 15:11.
Ciertamente ustedes han visto con sus propios ojos todas las maravillas que el Señor ha hecho. Deuteronomio 11:17.
Entonces Josué dijo al pueblo: Consagraos, porque mañana el SEÑOR hará maravillas entre vosotros. Josué 3:7.
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