Y cada uno caminaba derecho hacia
adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando
andaban, no se volvían”. (Ezequiel 1:12)
El cap. 1 de Ezequiel relata la
visión de la gloria divina que Dios le dio al profeta. Pero el versículo que en
estos momentos ha llamado toda mi atención es este que les comparto, donde el
profeta Ezequiel da la descripción de unos seres vivientes y lo que hacían.
¿Por qué ha llamado mi atención? Porque creo firmemente que lo que aquellos
seres vivientes estaban haciendo, metafóricamente estamos llamados a hacer nosotros
también.
1. Caminar derecho hacia adelante. No mirando hacia atrás para ver lo que se dejó, sino para recordar de dónde
Dios nos ha sacado y librado. Para extendernos e ir sembrando la preciosa
semilla de la verdad y del amor de Dios. Ir enfocados en la misión y el
propósito al cual entendemos que Dios nos ha llamado. Dejar fluir de nuestro
interior y cumplir con aquella misión que se nos ha encomendado.
2. Un punto que considero vital y
bien importante: dice que hacia donde el espíritu les
movía que anduviesen, andaban. Esto implica dirección, sujeción y obediencia.
Una total dependencia a las instrucciones y a la voz de Dios. La humildad de
reconocer que somos instrumentos en sus preciosas manos y dejarnos dirigir por
su Espíritu Santo. Ese que nos escudriña, aconseja, exhorta, revela y nos guía.
Saber que el agradar a Dios es más
importante que el agradar a los hombres. Que aunque nos cueste, debemos cumplir
a cabalidad con aquello para lo que hemos sido escogidos y llamados,
reconociendo que él nos respaldará.
3. Dice que cuando estos seres
vivientes andaban, no se volvían. Pablo decía que
nosotros no somos de los que retroceden para perdición. Esto implica firmeza,
una característica que debemos procurar tener. Porque esa firmeza nos ayuda a
mantenernos enfocados y con la vista puesta en el objetivo. Debemos estar
claros para llegar a la meta. Dice la Biblia: “que Jesús dijo que ninguno que
poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”
(Lucas 9:62). A Dios le agrada esos corazones a los cuales les gusta conquistar
las bendiciones que él tiene reservadas para ellos.
Sin embargo, y siendo muy sinceros,
creo que son muchas las ocasiones en que presionados por las circunstancias
queremos rendirnos y mirar atrás. Dejarlo todo, tirar la toalla, enganchar los
guantes y de paso si es posible salir corriendo. Y Dios en su inmensa
misericordia, nos habla pacientemente para que no nos salgamos del camino, ni
nos rindamos.
No volvamos nuestra mirada atrás, no nos apartemos del lugar de la
conquista.
Fuente: http://www.devocionaldiario.com
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