miércoles, 12 de octubre de 2011

Lo mucho que cuesta mantenerse alejado del pecado por Gabriela Santa Marta



Lo sé, lo sé, claro que lo sé!

Por eso no entiendo nada. De repente encuentro a mi hermana pequeña rebotándome los consejos que yo con mi “gran sabiduría” en algún momento le di:
“Gaby, controla tus pensamientos, mira que todo lo puedes en Cristo. Acuérdate que Dios te ayuda en medio de la prueba”. ¡Claro que lo sé! Sé exactamente que es lo que tengo que hacer. Lo sé tanto que puedo escribir varios libros sobre el tema y más de uno saldría exhortado.

Entonces ¿Qué me pasa? ¿Por qué no lo hago? Este reclamo suena en mi cabeza más de lo que me gustaría. Y puedo llegar a la conclusión de que algo anda mal, pero de repente me encuentro al gran apóstol Pablo en las mismas. (Suspiro)

No me puedo imaginar al apóstol Pablo metiendo la pata una y otra vez, pero así fue:

“Pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” Romanos 7:21-25 (NVI)

Y es que al final, todos somos humanos pecadores y sólo a través de Jesucristo encontramos la salida. Y esta frase se convirtió en favorita: Entre más me acerco a El, más me parezco a El, por lo tanto, más me alejo del pecado.

En este proceso algunos vamos muy poquito a poco, pero ya lo dice el refrán: “A camino largo, paso corto”

Fuente: especialidadesjuveniles.com

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