“…necesitan leche en vez de alimento sólido.” – Hebreos 5:12b (NVI)
Para muchos el nombre les sonará familiar. A los de mi generación nos hará reír al recordar al bebé que recibió por encomienda Popeye el marino, un dibujo animado que solía acompañarme todas las tardes cuando tomaba la merienda. A muchos otros ese nombre no les dirá nada.
Cocoliso es un bebé con aspecto de hombre viejo. Uno que a través de los años no ha crecido, no se ha desarrollado. Fue adoptado. Le dieron un amor que no merecía. Lo amaban sin esperar nada a cambio. ¡Lo amaron tanto!. Sin embargo, Cocoliso, no creció.
Me llama la atención la identificación con aquello que decía Pablo acerca de los bebés espirituales. Esos que no pueden digerir alimento sólido porque sólo esperan leche tibia. Esos que deberían ser maestros y necesitan ser enseñados en cosas elementales de la vida cristiana.
Muchas veces nos comportamos como bebés fluctuantes. No dejamos obrar al Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas. Fuimos hechos hijos adoptados por el Padre. Tenemos los mismos derechos y también las mismas obligaciones que su Hijo. Podemos crecer en sabiduría espiritual como Jesús. Sin embargo, seguimos enfrascados en detalles que no hacen el crecimiento que Dios espera que alcancemos. ¡Queremos más leche! Y desechamos una buena tira de asado.
Debemos abrazar la cruz y alimentarnos de la fuente de Vida todos los días. Conocer la Palabra de Dios, no meramente en lo intelectual, sino dejarla penetrar en nuestra vida. Tener relación con quien nos amó en la intimidad. Crecer.
Renuncia a la vida sin dependencia de aquel que te dio vida y en abundancia. Deja las cosas de niño y busca las cosas del cielo. Decide hoy mismo dejar de ser un bebé espiritual para ser un hombre o una mujer con convicciones bíblicas firmes y una fe basada en el alimento sólido: una relación fluida y personal con Jesús.
Fuente: www.especialidadesjuveniles.com
Para muchos el nombre les sonará familiar. A los de mi generación nos hará reír al recordar al bebé que recibió por encomienda Popeye el marino, un dibujo animado que solía acompañarme todas las tardes cuando tomaba la merienda. A muchos otros ese nombre no les dirá nada.
Cocoliso es un bebé con aspecto de hombre viejo. Uno que a través de los años no ha crecido, no se ha desarrollado. Fue adoptado. Le dieron un amor que no merecía. Lo amaban sin esperar nada a cambio. ¡Lo amaron tanto!. Sin embargo, Cocoliso, no creció.
Me llama la atención la identificación con aquello que decía Pablo acerca de los bebés espirituales. Esos que no pueden digerir alimento sólido porque sólo esperan leche tibia. Esos que deberían ser maestros y necesitan ser enseñados en cosas elementales de la vida cristiana.
Muchas veces nos comportamos como bebés fluctuantes. No dejamos obrar al Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas. Fuimos hechos hijos adoptados por el Padre. Tenemos los mismos derechos y también las mismas obligaciones que su Hijo. Podemos crecer en sabiduría espiritual como Jesús. Sin embargo, seguimos enfrascados en detalles que no hacen el crecimiento que Dios espera que alcancemos. ¡Queremos más leche! Y desechamos una buena tira de asado.
Debemos abrazar la cruz y alimentarnos de la fuente de Vida todos los días. Conocer la Palabra de Dios, no meramente en lo intelectual, sino dejarla penetrar en nuestra vida. Tener relación con quien nos amó en la intimidad. Crecer.
Renuncia a la vida sin dependencia de aquel que te dio vida y en abundancia. Deja las cosas de niño y busca las cosas del cielo. Decide hoy mismo dejar de ser un bebé espiritual para ser un hombre o una mujer con convicciones bíblicas firmes y una fe basada en el alimento sólido: una relación fluida y personal con Jesús.
Fuente: www.especialidadesjuveniles.com
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