miércoles, 14 de diciembre de 2011

Dos Ladrones, Dos Decisiones por Max Lucado


Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús (Romanos 8:1).

¿Te has preguntado alguna vez por qué hubo dos cruces cerca de Cristo? ¿Por qué no seis o diez? ¿Y te has preguntado por qué Jesús estaba en el centro? ¿Por qué no a la derecha, o bien a la izquierda? ¿No será que las dos cruces en el cerro simboli­zan uno de los regalos más grandes de Dios, el don de elegir?

Los dos criminales tienen mucho en común. Condenados por el mismo sistema. Condenados a una muerte idéntica. Rodeados de la misma multitud. Igualmente cerca del propio Jesús. E incluso, comienzan ambos con el mismo sarcasmo: «Así también lo insultaban los bandidos que estaban crucifica­dos con él» (Mt 27:44).

Pero uno cambió. Le dijo: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino». Jesús le contestó: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc.23:42-43).

Piense en el ladrón que se arrepintió. Aunque sabemos muy poco de él, sabemos que en su vida cometió muchas faltas. Escogió compañeros malos, la moralidad errónea, la conduc­ta equivocada. ¿Pero podría decirse que su vida fue un desper­dicio? ¿Está pasando la eternidad con todos los frutos de sus malas decisiones? No. Todo lo contrario. Está disfrutando del fruto de la única decisión buena que hizo. Al final, todas sus malas decisiones fueron redimidas por una sola buena.

En su vida usted ha hecho algunas malas decisiones, ¿no es cierto? Mira su vida hacia atrás y se dice: «Si pudiera… si pudiera reparar las malas decisiones». ¡Puede! Una buena deci­sión para la eternidad compensa miles de malas decisiones hechas sobre la tierra.

Usted tiene que tomar la decisión.


Fuente: http://devocionaldiario.org/

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