lunes, 19 de diciembre de 2011

La Gracia de Dios por Max Lucado

No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4.15–16).

Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe(Efesios 2.8–9).

Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca (1 Pedro 5.10).

Puedes ser una persona decente. Puedes pagar impuestos, besar a tus hijos y dormir con una conciencia limpia. Pero sin Cristo no eres santo. Entonces, ¿cómo puedes ir al cielo?

Solamente cree. Acepta la obra ya realizada, la obra de Jesús en la cruz.

Acepta la bondad de Jesucristo. Abandona tus propias obras y acepta las suyas. Abandona tu propia decencia y acepta la suya. Preséntate delante de Dios en su nombre, no en el tuyo.

¿Te parece fácil? Pues no fue nada fácil. La cruz era pesada, la sangre era real y el precio exorbitante. Pero como a ti y a mí nos habría llevado a la bancarrota, Él pagó por nosotros. Llámalo sencillo. Llámalo un regalo. Pero no lo llames fácil.

Llámalo lo que es. Llámalo gracia.


Fuente: http://devocionaldiario.org/

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