viernes, 9 de diciembre de 2011

Serie "Actívate" (parte 3 de 4) por Rubén Daneri

Lucas 11:37-52


A veces hacemos parecer a nuestro grupo, ministerio o iglesia como un castillo, con una muralla impenetrable donde sólo se puede entrar por una puerta que únicamente se abre para las personas que son lo suficientemente "santos".

La única persona santa ha sido Jesús, y aún así los fariseos lo juzgaron por no lavarse las manos antes de comer, como era costumbre entre ellos. En ese momento, no pensaban en todo el trabajo que él estaba haciendo para ayudar a los demás, sino que se concentraron en juzgarlo por no cumplir con una de las tradiciones.

¿Te suena parecido? ¿Has juzgado a alguien por una trivialidad mientras olvidas todo lo bueno que hace? Es nuestro deber el tratar de que los demás miembros se sientan cómodos con nosotros. Cuando excluimos a alguien hacemos que esa persona no se sienta bienvenida.

¿Qué pasaría si en vez de un castillo, nuestra iglesia fuera un oasis en medio del desierto? Donde la vida de cada uno de nosotros pueda reflejar el oasis de Dios. Donde cuando alguien venga a beber, encuentre agua. Donde sea visible el amor, la aceptación y la misericordia de Jesús.

Actívate, identifica las necesidades, haz algo para que sean tuyas y reforma la manera en la que el mundo trabaja.

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